Los «canales» son las personas humanas a través de las cuales los reveladores canalizan la información espiritual.
La revelación moderna y contemporánea, es decir, la información espiritual que se ha entregado, de forma sistemática, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad, se ha canalizado principalmente por personas de Estados Unidos.
- Esto no es casual. La razón es que las «ayudas espirituales» siempre se entregan de la manera en que van a tener mayor difusión mundial. Siendo Estados Unidos, actualmente, el país de mayor influencia en el mundo, en todos los órdenes, los reveladores consideran que es desde allí desde donde su mensaje puede finalmente llegar a más personas.
- Otra razón adicional deriva de la misma circunstancia: siendo que Estados Unidos es el país que más influencia tiene en el mundo a nivel económico, cultural y geopolítico, ocurre que iniciar el «despertar espiritual» de la Humanidad allí va tener mayor efecto que hacerlo en sitios de menor relevancia en dichos aspectos.
Los canales son personas «humanas», es decir, inicialmente al menos, no son maestros espirituales, ni siquiera estudiantes avanzados. Son personas que, según explican sus reveladores, frecuentemente han tenido un previo acuerdo en el período entre vidas para llevar a cabo esta fundamental misión, que comenzaría en algún momento de sus vidas. Y de forma generalizada, un buen día, aparece en sus vidas, de diversas maneras, una «voz» que les empieza a hablar de estas cosas.
- Esto implica, por un lado que, los canales, en tanto se van beneficiando espiritualmente del inmenso privilegio personal que es canalizar la información revelada, son «personas normales», es decir, todo lo normales que son las personas de nivel de consciencia promedio que nacen en este mundo.
- Esta explicación es necesaria para derribar un mito bastante extendido, que es el de que los canales son personas «elevadas espiritualmente» desde que nacen, o por el simple hecho de canalizar información revelada. Así, los canales no son de por sí «maestros espirituales», salvo que por su propia voluntad de desarrollo personal hayan alcanzado tal condición.
- Y, en tanto esto no ocurra, y siempre en el caso de nunca ocurra, son personas que pueden cometer errores, mostrar confusión, manifestar externamente en su actitud y comportamiento conflictos internos, etc., como así ocurre en muchos de los casos, incluso siendo este hecho reconocido por ellos mismos.
- Por cierto, igual ocurre con los divulgadores espirituales, y con muchos de los autodenominados maestros espirituales. Divulgar la Espiritualidad Profunda, escribir libros temáticos espirituales, organizar o participar en talleres o actividades no es sinónimo de alto nivel de consciencia o de maestría espiritual sino, a lo sumo, de un alto conocimiento intelectual de la Espiritualidad.
- La única garantía de maestría espiritual lo es cuando se muestra los atributos de la divinidad en la relación con uno mismo y con los demás, es decir, cuando se manifiesta de forma natural en una persona aquello en que los reveladores desean que nos convirtamos.
Muchos detractores de la información espiritual, por diferentes motivos (científicos materialistas, religiosos dogmáticos, nihilistas filosóficos, o personas aún fuertemente apegadas al «mundo-tal-y-como-lo-conocemos»), cargan en sus críticas no solamente contra los textos espirituales, sino también contra los personas que canalizan la información de los reveladores.
- Con ello, pareciera que su intención es echar por tierra todo un cuerpo de material espiritual profundo simplemente porque los canales de la información han hecho eso o aquello, o en esta situación o tal otra han reaccionado o se han comportado de una determinada manera.
- Nos encontramos con múltiples testimonios en Internet de ex-socios, ex-empleados o personas que de alguna forma han tenido alguna relación con los canales y que muestran su tremenda decepción respecto de la información revelada, acusando todo el sistema de fraudulento, debido a que los canales, presuntamente, mostraron un comportamiento «indigno» de un «mensajero de Dios».
- Muy al contrario, los canales han aceptado voluntariamente una misión que es un fuerte reto para ellos por el resto de sus vidas, lo que no siempre es fácil.
- Efectivamente ellos, al igual que cualquier otra persona, deben procurar vivir lo mejor posible su vida, y ser retribuidos en sus trabajos con la «abundancia propia del Espíritu». No obstante, la base de la crítica que tienen muchas veces que afrontar parece presuponer que un divulgador espiritual tiene que ser pobre, pasar miserias y calamidades y regalar sus horas de trabajo personal para que la información que canaliza sea fidedigna, lo cual, según la propia información espiritual, ni en lógica, carece de sentido alguno.
Una información espiritual fidedigna lo es en razón a su contenido, a su coherencia con el núcleo común en que consiste la Espiritualidad Profunda y a su capacidad transformadora de las personas inicialmente hacia «el bien», posteriormente hacia «la trascendencia».
Sirvan estas advertencias para adquirir un mejor criterio a la hora de entender qué tipo de informaciones hay en Internet sobre los canales, y qué influencia tiene la vida de éstos en la verosimilitud o legitimidad de la información espiritual que canalizan.