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“El libro de Urantia” es una compilación de 196 documentos que se canalizaron por una multitud de entidades reveladoras, en su mayoría arquetípicas, descritas en el propio libro, a través del canal de una persona que permaneció en el anonimato.

Diferencia entre una entidad ‘álmica’ y otra ‘arquetípica’

Como suele ocurrir en todos los casos de canalización de información espiritual “al dictado”, las entidades canalizadoras dedicaron un tiempo para “preparar” al canal de contacto y realizaron contactos preliminares con un conjunto de personas que ayudaron a que se pudiese producir la entrega de la información, personas con sensibilidad psíquica que formulaban preguntas y tomaban nota de las respuestas.

De esta manera, se fueron introduciendo bastantes conceptos espirituales durante 20 largos años, que sirvieron para adiestrar a la persona de contacto y al grupo de apoyo o “comisión de contacto” para recibir correctamente los propios documentos de Urantia.

La persona de contacto tenía una alta relevancia a nivel espiritual humano y utilizó una técnica de canalización no revelada por dicho grupo de contacto.

Antes de iniciar la entrega de la información los reveladores sugirieron a la comisión de contacto que formulasen preguntas oportunas al respecto de la revelación, es decir, preguntas que no pudieran obtener respuesta en el “contexto humano”.

Para ello se hizo partícipe de la formulación de las preguntas a un grupo de personas “normales”, es decir, sin sensibilidad ni conocimientos psíquicos, organizado por una de las personas de contacto, el profesor William Sadler, alrededor de 1925.

Este grupo, conocido como el Foro, devino en un grupo cerrado y secreto de 30 personas inicialmente, que se fueron renovando hasta alcanzar la cifra de 300 participantes totales, y que fueron formulando preguntas durante 17 años.

Los documentos de Urantia fueron entregados en respuesta, por los reveladores, a dichas preguntas.

El carácter secreto de estos aspectos de la revelación fue justificado por los reveladores con varias razones, aunque las dos principales fueron:

  • La incapacidad de comprensión del humano de la época, ni aún explicándola, sobre la técnica utilizada.
  • En relación con el secretismo sobre la persona de contacto, el cuerpo revelador argumentó que no era conveniente que los documentos de Urantia se asociasen por el público a ninguna persona humana, que podría llegar a idealizarse e idolatrarse, sino que lo oportuno es que la información se validase por sí misma, según su contenido.

Una vez entregados los documentos de Urantia se formó, a partir de el Foro, un grupo de estudio de la información revelada, llamado “Los setenta”, pues fue este número de personas del Foro la que decidió formar parte del grupo de estudio, y realizaron su labor entre 1939 y 1956 (lapso en el que también recibieron revelación puntualmente), llegando a incorporar a 107 estudiantes.

El grupo de estudio fue precursor de la “Escuela de la Hermandad de Urantia”.

Aunque los reveladores planeaban publicar el Libro de Urantia una vez que la Humanidad hubiese superado la fase de polarización y lucha ideológicas en la que se encontraba en esas fechas (albores de la Segunda Guerra Mundial), finalmente se adelantó.

Las placas tipográficas para la impresión del libro fueron la base patrimonial para la constitución de la Fundación Urantia, en 1950, bajo las leyes de Illinois (EEUU).

“El libro de Urantia” fue publicado en 1955.

El relato detallado de cómo fue entregada esa vastísima información puede consultarse en la página web oficial de “El libro de Urantia» (la siguiente dirección es la de la versión en español):