La Filosofía ha ido contemplando muchos sistemas de pensamiento a lo largo de la Historia, con el fin de explicar el mundo desde sus causas últimas y trascendentes a la realidad.
Pero la Filosofía representa habitualmente el modo de reflexionar humano, desde la perspectiva humana, y no es fácil darse cuenta de la verdadera naturaleza de un sistema de realidad desde dentro del mismo.
Sin embargo, la Humanidad ha contado desde siempre con “ayudas” procedentes de fuera del entorno de realidad humano, que proporcionaban información sobre las preguntas habitualmente sin respuesta, que cada persona, de forma independiente a las demás, sin adherirse a credos (sistemas de creencias) organizados, podía experimentar en su vida diaria y comprobar su legitimidad.
Parte de estas “ayudas externas” constituyen el gran acervo de información espiritual profunda que se nos ha ido revelando y que últimamente ha crecido de forma exponencial.
El sistema de ideas que procede de la información espiritual revelada es esencialmente el mismo, único y coherente con independencia de las diferentes fuentes de las que procede, y su sistematización es una de las misiones de Espacio Sutil, habiendo denominado a la misma como ‘Espiricentrismo’.
‘Espiricentrismo’ es un término que fue acuñado por Iván Prospector y Alberto Terrer durante las larguísimas y fecundas conversaciones espirituales que dieron lugar a su primer libro conjunto: “Espiritualidad y Biocentrismo: Una nueva Tierra para una nueva compasión”.
‘Espiricentrismo’ significa que el Espíritu es el centro y fuente de todas las cosas y conlleva que la vida de toda persona humana, sea consciente de ello o no, tiene como objetivo primero y último realizar la planificación del Espíritu.
Una vez que la persona toma consciencia de este propósito, enmarca sus objetivos vitales bajo el paraguas director del mismo, y asume una filosofía de vida espiricentrista, que implica tener el propósito espiritual como finalidad última de su existencia de forma consciente.