Uno de los principios fundamentales de la nueva mentalidad espiritual es el principio de responsabilidad personal en tu propio proceso de evolución.
El ser humano actual tiene una mentalidad mundana que se basa en conferir valor a aquello que tiene valor económico. Es el concepto de la inversión en todo aquello que el ser humano cree que necesita para poder sobrevivir.
De aquí se deriva la forma de vida actual de la Humanidad, basada en el trabajo, la obtención, la utilidad y el valor material.
Debido a esa mentalidad, el ser humano tiende a valorar solamente aquello que representa para él esa utilidad mundana. Un ejemplo claro es aquella situación en la que la persona se convierte en prescriptor ante las demás de aquello que adquiere.
Por ello, en tanto que dicha mentalidad se transforma, en el camino espiritual, para que el estudiante de Espiritualidad valore inconscientemente su inversión en la propia evolución espiritual, dicho valor viene en su sistema de pensamiento representado inconscientemente por el valor económico de la inversión que ha realizado.
En otro caso, la persona no llegará a valorar los servicios espirituales, y esa falta de valoración actuará como un factor en contra de la libre decisión y elección personal de poner los medios adecuados para su finalidad de evolución.
Por otra parte, el que presta los servicios de guía o acompañamiento espiritual debe completar el círculo de fluencia de la energía empleada en entregar sus servicios, con la recepción de otra energía compensatoria, que en esta experiencia actual es la corriente económica que lo compensa.