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El Espíritu explora en el entorno del Espacio-Tiempo la hipótesis de su autolimitación, con infinidad de experiencias que intentan reproducir las infinitas variantes de situaciones y aspectos que dicho propósito pueda reportar.

Esta exploración a realiza a través de “personajes”, dispersos a lo largo de los escenarios espacio-temporales en sus múltiples niveles de manifestación.

Los personajes tienen una infinita variabilidad desde diferentes puntos de vista, aunque una de las clasificaciones artificiales que nos permiten comprender mejor este concepto es la de personalidades álmicas y arquetípicas.

Una entidad álmica es un fragmento (fractal) del Espíritu teniendo una experiencia directa en un cuerpo (disfraz) para la representación de un personaje (por ejemplo, un humano).

Una entidad arquetípica son personajes “artificiales” generados por una o varias de entidades álmicas, con un propósito determinado, coadyuvante del propósito general para la experiencia de las entidades álmicas.